De la Politica de la “silla vacía”...

Por Teresa Maria G. Da Cunha Lopes

Las dificultades entre el Reino Unido y la Francia en el seno de la U.E no datan de la noche del 9 de diciembre del 2011.Y, el aislamiento de Inglaterra como consecuencia del veto de Cameron no es un hecho único de enfrentamiento de un país a la opinión mayoritaria de los otros estados miembros. Si la Gran Bretaña protagoniza, hoy, el miedo al eje hegemónico Berlin-Paris, en su tiempo este miedo fue asumido por Holanda y Bélgica. Si hoy veta modificaciones a los Tratados vigentes, en otro momento otros países, Francia, Irlanda (por ejemplo) votaron , la primera contra el Tratado Constitucional y la segunda contra el Tratado de Lisboa.

Aparentemente, la memoria histórica de los analistas que gritan de horror ante la “caja de Pandora” abierta por el veto de Cameron, es corta o inexistente. En la realidad la construcción europea es una lista de enfrentamientos, rupturas y crisis. De cada una de ellas ha surgido una negociación, seguida de un consenso y, por regla, de una extensión de las competencias comunitarias y del fortalecimiento de las instituciones centralizadoras.

Hagamos un recorrido histórico por los anales del proyecto europeo.

El Reino Unido declinó inicialmente integrarse en la CEE porque le planteaba dificultades en sus relaciones con los miembros de la Commonwealth. Sin embargo, cuando sus intereses favorecieron la adhesión a las Comunidades Europeas y presentó por primera vez la solicitud de ingreso, en el 1961, obtuvo el rechazo de Francia.

El enfrentamiento del Reino Unido y Francia derivaba del choque entre la concepción atlantista (es decir, pro-EEUU) en materia de defensa sostenida por la primera y la concepción de una “Europa europea”, según la terminología del general De Gaulle, esto es, de una Europa independiente de EEUU y aspirante a convertirse en tercera potencia.

De Gaulle no logró que el resto de los países europeos reemplazase la dependencia norteamericana por una nueva dependencia dirigida desde Francia.

El Plan Fouchet corrió la misma suerte que el Plan Pleven. Los Jefes de Estado y de Gobierno, en la cumbre celebrada en Bonn en 1961, acordaron iniciar una mayor colaboración en política exterior.

De acuerdo con este propósito, Fouchet, Ministro de Exteriores, elaboró un primer proyecto reflejo de la concepción gaullista, partidaria de la independencia de Europa respecto de Norteamérica. Según De Gaulle, Europa sólo podía edificarse a partir de los Estados.

En este caso fueron Holanda y Bélgica los responsables del fracaso, motivado por el temor de una presumible hegemonía franco-alemana.

La crisis de la "silla vacía" fue iniciada por Francia en 1965, y las medidas adoptadas en ese mismo año para zanjarla revelan el peso de los Estados como actores en el proceso comunitario y la dificultad de superar los poderes soberanos. La renuncia francesa, durante seis meses, a la participación en las actividades comunitarias la desencadenó una iniciativa de la Comisión que, entre otras medidas, propuso la reforma financiera del presupuesto comunitario con el objetivo de sustituir las contribuciones estatales por recursos propios de la Comunidad. Así, los gastos agrícolas se financiarían directamente por la Comunidad. Francia justificó la inasistencia a las reuniones del Consejo alegando que las negociaciones se habían roto. La crisis de los años sesenta se superó con el acuerdo de Luxemburgo,enero de 1966.

Con posterioridad, la aprobación en Maastricht del Tratado de la Unión Europea (TUE) en 1992 culminó la integración económica sancionada en el AUE. El núcleo básico del TUE, que entró en vigor en 1993, recae en la unión económica y monetaria (UEM). Este Tratado sentó las bases para el establecimiento de una moneda única. La Comunidad impuso unos criterios de convergencia que todos los países aspirantes debían cumplir (establecían que ciertas magnitudes macroeconómicas —tasa de inflación, déficit público, deuda pública, tipo de interés y tipo de cambio— no podían superar unos porcentajes determinados). El TUE previó la creación del Banco Central Europeo encargado de gestionar la política monetaria. La moneda única, el euro - € -, se puso en circulación el 1 de enero de 2001 en todos los países de la UE, excepto en el Reino Unido, Dinamarca y Suecia, que se auto excluyeron de la unión monetaria.

Pero este no fue el único problema. En Dinamarca el Tratado fue rechazado en el referendo celebrado en junio de 1992. El Tratado tuvo que ser negociado de nuevo. Dinamarca exigió su exclusión de la PESC, de la ciudadanía europea y de la libertad de circulación de las personas, así como su integración discrecional en la unión monetaria. Finalmente, el Tratado fue aprobado, tras una segunda consulta, en 1993, y de acuerdo con las revisiones introducidas.

En el siglo XXI, el rechazo de la Constitución Europea en los referendos francés y holandés de mayo y junio de 2005, provocó una paralización en el proceso de ratificación de varios países, a pesar de que la mayoría de los países europeos habían ratificado ya el texto.

De la renegociación surgió un nuevo texto que se firmó en Lisboa el 13 de diciembre del 2007(dado que Portugal ostentaba la Presidencia del Consejo). Pero su firma y su entrada en vigor no estuvo exenta de contratiempos. Se pretendió su ratificación por todos los Estados miembro para finales de 2008, a tiempo para las elecciones al Parlamento europeo de 2009. Sin embargo, esto no fue posible debido al voto negativo por parte del electorado de Irlanda en el referendo de junio de 2008, por lo que el texto no entró en vigor hasta el 1 de diciembre de 2009.

A pesar de estas rupturas, crises, negociaciones y renegociaciones, la UE es (ha sido) un club atractivo al cual es necesario pedir admisión. A diferencia de otras formas de organización política, la pertenencia a la Comunidad Europea y , ahora a la Unión, es y siempre ha sido voluntaria, pero una prueba del interés que recaba la Unión son las sucesivas ampliaciones: Reino Unido, Irlanda y Dinamarca en 1973; Grecia en 1981; España y Portugal en 1986; Austria, Finlandia y Suecia en 1995 y continuando. En resumen, de la Europa de los seis se ha pasado a la Europa de los doce, después de los quince y ahora de los veinte y siete.

De la “política de la silla vacía” de De Gaulle al veto de Cameron, nada de nuevo bajo el sol europeo.
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