Los verdaderos Maestros… Por Erik Aviles

columna




Horacio Erik Avilés Martínez

La semana pasada se celebró el Día del Maestro, dedicado a festejar y conmemorar a los docentes que han logrado impactar positivamente en las historias de vida de sus alumnos. Resulta lamentable que durante este año en Michoacán fue cuestionada tal celebración en algunos medios de comunicación, mediante boletines de prensa y en las redes sociales. Los argumentos de quienes pusieron al 15 de mayo en el banquillo de los acusados fueron relacionados con las causas y consecuencias de las movilizaciones sindicales, con los abusos de los aviadores y abandono de las aulas y niños.

Sin lugar a dudas es apabullante la cantidad de evidencias que se han acumulado en los últimos 24 años en la entidad respecto a los excesos cometidos en perjuicio de la sociedad michoacana. Pero precisamente por ello considero que hay que celebrar, reconocer y conmemorar con aún más energía a los grandes maestros de ayer y hoy que han construido Michoacán educándonos.

Los indicadores educativos de nuestra entidad se encuentran ubicados en los últimos lugares, pero hay que reconocer que están así debido a que están lastrados por la corrupción, simulación y falta de aplicación de la ley. Como ejemplos, muchos de los maestros frente a grupo están laborando en grupos de 40 o 45 alumnos debido a que los maestros que se fueron a las levas sindicales abandonaron su grupo, teniendo que repartirse a sus integrantes entre la disminuida planta docente del plantel. Asimismo, no se les dota en tiempo y forma de los materiales y herramientas requeridas para desempeñar adecuadamente su labor. Recordemos las telesecundarias sin televisor o los libros de texto, uniformes y calzado entregados casi al finalizar el ciclo escolar.

Podemos hablar de analfabetismo, de deserción escolar y del rezago educativo con datos escarnecedores, pero aunque ocupamos el último lugar en varios indicadores, debemos reconocer que la tendencia es positiva, es decir, que estamos decreciendo el rezago, lo cual solamente se puede atribuir a los trabajadores de la educación que están cumpliendo por todos los que no están presentes haciendo su trabajo, que hasta la fecha permanecen protegidos por juramento de silencio de quienes poseen acceso a los nombres de los aviadores de la educación michoacana.

Por tener que cargar los maestros con responsabilidades extraordinarias y condiciones precarias, la tasa de mejora educativa michoacana es indignantemente lenta, ya que al ritmo planteado, por ejemplo de combate al analfabetismo, nos tomaría hasta el 2043 para abatirlo… siempre y cuando nadie más se quede sin aprender a leer y a escribir a partir de hoy y hasta entonces.

En suma, la educación estatal constituye una catástrofe silenciosa, pero también es una incontable sucesión de victorias discretas sobre la ignorancia, la pobreza y nuestra condición anterior. La humanidad entera se renueva y evoluciona cada vez que un niño conoce una palabra nueva, resuelve una operación matemática o comprende un poco más los arcanos de la ciencia, la sociedad y de sí mismo. Michoacán, a pesar de la imagen que hemos generado colectivamente, está compuesto por una enorme mayoría de personas de bien, que deseamos el desarrollo integral de nuestra entidad y que respetamos las leyes establecidas. Y eso no es gracias al Contrato Social, ni a los mecanismos punitivos del Estado, que demuestran reiteradamente su inoperancia, sino a la educación que nos ha forjado en la cultura del esfuerzo y del respeto mutuo.

Por las razones anteriormente vertidas y mucho más, considero irrefutable el hecho de celebrar y reconocer a los maestros michoacanos, siendo un acto elemental de gratitud, ya que todos hemos aprendido de ellos dentro y fuera del aula, por lo que debemos de reflexionar y acuñar todo lo que abrevamos y transmitirlo a las próximas generaciones. Es celebrar a los maestros el 15 de mayo también una acción de reconstrucción del tejido social y legitimación social, en esta ocasión refiriéndonos al pleno de los michoacanos, no solamente a sus actores políticos, sino a reconocernos como civilizados en la medida en la que nos despojamos de la creencia de habernos hecho a nosotros mismos. Una sociedad que no reconoce al que ha acompañado en su camino es soberbia y desmemoriada, por decir lo menos. Entonces vale la pena aprovechar el Día del Maestro como un momento reivindicatorio de la vocación docente y de rencuentro con quien eligió este apostolado. Sabemos que el 15 de mayo es día inhábil, por lo que tenemos hoy una nueva oportunidad para buscar a aquel maestro que dejó una huella imborrable en nuestra vida y reconocérselo con justicia, pudiendo compartir lo que tenemos con quienes hacen con excelencia su labor en beneficio de todos.

Los maestros no son los que bloquean vialidades, sino los que sostienen a las escuelas trabajando mientras otros abandonan las aulas. Debemos aprender a apreciar la diferencia. No confundamos a los maestros con aquellos que han descarriado o prevaricado su vocación, quienes han visto un nicho de comodidad al solazarse en un gremio respetable. Los maestros de verdad entienden que no es confrontando al pueblo sino desde las aulas donde se realiza el cambio social. El verdadero maestro sabe tocar conciencias y con ello modificar el destino de la humanidad entera. El falso maestro abandona a sus alumnos a su suerte. Por los buenos maestros seguirá siempre valiendo la pena festejar el 15 de mayo.
Comentarios bienvenidos a eaviles@mexicanosprimero.org y Twitter: @Erik_Aviles
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