¿Hasta que haya paz? Por Julio Santoyo

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Julio Santoyo Guerrero

¿De qué tamaño es el daño que los grupos criminales le han hecho a la paz de todos los michoacanos? No es tan fácil precisarlo. Pero nadie tendría el inconveniente de afirmar que el daño es de magnitudes colosales. Por eso, seguramente, la frase del Secretario de Gobernación Osorio Chong tenía que ser contundente, no nos iremos de Michoacán hasta que haya paz social.

Inicia así el tercer intento, el intento del sexenio de Peña Nieto por pacificar Michoacán. Y estamos convencidos de que este tercer intento, como lo fue para el gobierno de Vicente Fox y de Felipe Calderón, habrá de ser crucial para calificar toda la estrategia anticrimen del presente sexenio. Y de sus resultados dependerá en mucho su destino político.

Para nadie en Michoacán es desconocido que la pérdida de gobernabilidad ha sido a manos de los cárteles del crimen. La feudalización que los delincuentes han hecho del territorio michoacano, imponiendo el pago de cuotas a sus habitantes y fungiendo de facto como un gobierno de terror, no sólo toca a los municipios de tierra caliente, como últimamente se ha documentado por los medios de comunicación, las manos de la delincuencia hace mucho tiempo están en la propia capital michoacana y desde luego en la mayoría de las ciudades del estado.

No es exacto afirmar que el problema está focalizado en tres o cinco municipios. En esos municipios debe decirse más bien que la delincuencia ha llegado al punto extremo de hacer literalmente imposible la vida de sus pobladores pues la mafia anuló las funciones esenciales del gobierno y las suplió con el terror. Tampoco es del todo preciso indicar que la delincuencia sólo está afectando la vida en 19 municipios. La realidad es que está siendo afectada la vida en los 113 municipios de la entidad. Si hoy se reconoce que en el caso de Michoacán la estrategia calderonista fracasó y en su tiempo se reconocía que al menos la mitad de los municipios estaban feudalizados, de dónde sale entonces la versión de que el problema está focalizado. O la estrategia calderonista fue parcialmente efectiva y redujo el problema a sólo 3 o 5 municipios o la estrategia fracasó y el problema es igual o peor que entonces.

Para que la tarea pacificadora se realice es imprescindible que a la sociedad se nos informe sobre el diagnóstico que el gabinete de seguridad tiene de lo que está pasando en Michoacán, más allá del saber ordinario que ya a todos nos preocupa. Necesitamos saber cuál es la real fuerza de las bandas delincuenciales, cuál es el nivel de daño que han ocasionado municipio por municipio, cuál es el nivel de penetración y subordinación de los gobiernos. Si el propósito es la pacificación es conveniente saber que tan quebrantada está la paz, si el objetivo es reducir a los delincuentes es necesario saber cuál es su fuerza ahora. Es conveniente saber cuáles son los objetivos que se busca alcanzar municipio por municipio. Y saber sobre todo cuáles son las grandes acciones estratégicas que se estarán desarrollando y la cuantía de los recursos que se pretenden invertir para hacer que la paz sea un bien realizable.

La estrategia para alcanzar la paz, sin embargo, habrá que decirlo con claridad, además de ser una responsabilidad esencial del gobierno también es una responsabilidad de los ciudadanos. Incluso debemos asumir que para que sea eficiente la tarea gubernamental los ciudadanos tenemos que cumplir con nuestra propia responsabilidad. Una de las tareas que tenemos que asumir es clara: la derrota de la impunidad y la edificación de valores democráticos en favor del estado de derecho, desde la propia familia.

La concurrencia de gobierno y ciudadanos es la clave para restablecer la paz. Concurrencia que sólo es posible si se reconstruye la confianza que en varios municipios ha quedado profundamente lastimada durante todos estos años aciagos de intervenciones no siempre afortunadas del gobierno federal y estatal y de relaciones poco fructíferas entre ciudadanos y autoridades gubernamentales. Por eso hay mucha razón cuando se afirma que la estrategia para el restablecimiento de la paz pasa por la idea de integralidad: tiene que ver con acciones anticrimen, con generación de desarrollo económico, con fortalecimiento educativo, con atención a la pobreza, con promoción de la cultura y el deporte, con mejores vías de comunicación, con gobernabilidad eficiente, con compromiso de la clase política.

Hasta que haya paz es el objetivo superior. Para lograrlo tendrán que movilizarse todo tipo de recursos humanos y económicos. Si el objetivo se logra todos ganamos, y eso esperamos. En primer lugar la ciudadanía ganaremos. Pero si no se logra en un tiempo razonable el costo para el gobierno de Peña Nieto y para el estatal será crucial para su futuro electoral inmediato. |

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